Infancia Robada en Barcelona Divina
2016-12-11 23:37Últimamente se habla mucho en las revistas especializadas del trastorno del déficit de atención e hiperactividad (TDAH), y del riesgo del sobrediagnóstico y del exceso de medicación por esta razón.
Por Nelly Jourda Foucault, Psicóloga
Más allá del TDAH podríamos decir que lo que está en juego es el derecho del niño a ser lo que es: un niño. Con todo lo que esto implica. Es muy sintomático comprobar los intentos por robar la infancia a los niños. Y no hablamos de niños en situación de precariedad en zonas conflictivas, sino de niños de nuestro entorno, de nuestros niños, en la sociedad del bienestar. La OMS alerta del incremento de los suicidios entre los menores, y del aumento de estrés infantil que se traduce en problemas de desarrollo y de adaptación.
Sus jornadas en las escuelas están repletas, además de los currículos académicos y de muchas otras actividades extraescolares, con horarios que pueden empezar a las ocho de la mañana y acabar a las ocho de la noche. A veces puede ser para facilitar la conciliación laboral de los padres, pero en ocasiones también son éstos los que están convencidos de la necesidad de estimular más y más a los niños desde edades muy tempranas. Pero esto no acaba aquí porque, por la noche, en la mayoría de medios de comunicación se fomenta también la competitividad en forma de concursos televisivos, luchando por destacar, exhibiéndose a los demás, y con comportamientos más propios de un adulto.
La importancia de jugar
Con prácticas poco ortodoxas no ofrecemos a los niños su propio espacio y tiempo para juegos infantiles. Les robamos la niñez para que crezcan antes, y nos encontramos con problemas de conducta, de desarrollo, afectivo o de personalidad, con agresividad, con TDAH, etc. Queremos acelerar el tiempo de los niños ¿para lograr mayor eficacia o rentabilidad? Pues así no funciona. La niñez no es una inversión de la cual podemos sacar beneficios. Lo que los niños necesitan conocer no solo se aprende, también se vive, se construye y se consolida. La plasticidad neuronal, esa esponja que son los niños que lo aprenden todo, no sirve para ser colapsada con conocimientos, sino con recursos.
Aprender de las emociones
El niño tiene que aprender a manejar sus emociones para lograr un mejor autocontrol y poder llegar a las metas que desee. Tiene que saber motivarse y esforzarse, disfrutar de las gratificaciones y también posponerlas para que sean mayores tras una demora. Y para eso tiene que experimentar con las estrategias que le serán más útiles según los casos y en función de su personalidad. Esto no se consigue solo con la fuerza de voluntad, sino con confianza en uno mismo (el “creo que puedo” de W. Misher). Y se aprende practicando, probando con ensayos y errores, y no en los libros de texto ni en las redes sociales.
'Construir' a un adulto
La neurociencia nos dice que la plasticidad neuronal existe a lo largo de toda la vida, aunque es más flexible durante la infancia porque es el momento en el que existen más conexiones con todos los sentidos. La psicoterapia permite justamente movilizar esa plasticidad para lograr el cambio deseado. No dejemos que nuestros niños pierdan esa oportunidad de oro cuando les toca. La primera infancia (de 0 a 6 años), la segunda (de 6 a 12 años) y la adolescencia son etapas claves en la construcción de un adulto. Los niños aprenden por imitación. Comportarse como un miniadulto es gratificante para ellos si lo consiguen, pero no nos dejemos engañar por esa apariencia. Y no marginemos a los niños que no consigan hacerlo y se muestren como lo que son, niños traviesos, inquietos, miedosos, cariñosos, inconsecuentes, inestables y sorprendentes. Los niños necesitan nuestras pautas para tener un marco claro. Una parte de nuestra sociedad consumista intenta exponer a los niños a la misma presión que los adultos. Es un segmento más del mercado. De esta forma, los tratan como personas con ansias de placeres inmediatos e inmaduros.
La conclusión es que en pocos años, tal vez dos décadas, hemos pasado de una educación autoritaria que fomenta la obediencia, a una educación laxa que crea niños inseguros y/o tiranos. Ahora debemos buscar una educación más bien democrática, con derechos y deberes, para tener personas, ciudadanos, vecinos, amigos y familiares, responsables y educados. Todos nosotros como sociedad debemos hacernos cargo de educar a nuestros hijos para el futuro. Y para educarlos, tenemos que devolverles su infancia. Esa infancia robada.
Actitudes peligrosas
- Sobre protección: mina la confianza que tienen que construir los niños poco a poco.
- Sobre responsabilidad: se les trata como ‘miniadultos’ y se les pide su opinión sobre temas y decisiones que no les incumben.
- Sobreexposición: con las nuevas tecnologías los niños están expuestos a estar en contacto con todo tipo de material inadecuado que no saben gestionar (violencia, pornografía, etc.)
Valores y recursos
- Respeto a sí mismo y a los demás (todos tenemos derecho a estar en este mundo).
- Esfuerzo y perseverancia (saber posponer una recompensa para obtener una mayor).
- Motivación e interés (curiosidad, imaginación, etc).
- Tolerancia a la frustración y al fracaso (no se derrumba todo si no consigo lo que quiero, puedo volver a levantarme si he caído).
- Autoconocimiento y manejo emocional (para qué sirven las emociones, qué me dicen de mí, de los demás, del contexto, etc.)
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